Mazorca de espliego:
Antipolilla y Aromática.
La tía Jacobi me contó que en San Román, en la primera mitad del Siglo XX, se recogía abundante espliego del que había por los montes cercanos, pues era muy apreciado para hacer perfumes dado su gran poder aromático. Las mujeres lo recolectaban y las empresas de perfumería lo recogían en lo que hoy es "El Herrán" para hacer esencias.
Pero con el espliego, en la temporada estival, que es cuando florece, las mujeres cameranas también hacían unas "mazorcas" para colgar en las perchas de los armarios roperos, que además de dar buen olor a las prendas, tenían la propiedad de ser antipolillas, como así está demostrado que lo son el espliego y la lavanda. Nunca olvidaré a la abuela María y a su amiga Segunda, que la venía a visitar todas las tardes, el día que me enseñaron a hacerlas siendo yo un mocete. Desde entonces, siempre que tengo oportunidad, las hago en su memoria y lo enseño en su memoria.
Hacer "mazorcas" de espliego o de lavanda es una labor muy sencilla, y el resultado es muy útil, por su cualidad de proteger la ropa de las polillas; pero además es un producto aromático, decorativo y una labor tradicional casi en desuso. Por definirlo de una manera sencilla, es el enjaulado de las espigas de las flores de espliego con sus tallos. No se necesitan muchas herramientas ni utensilios: basta con una tijera de podar o una navaja para cortar las espigas floridas de la planta, una cuerda de cáñamo -también llamada cuerda liza o hilo de bramante- y algún retal de tela para empaquetar las sumidades floridas que se descartan en la limpieza de las espigas.
Tenemos que tener en cuenta que salir al campo a recoger espliego es, por el mero hecho de salir al campo, una actividad muy reconfortante. Pero, debemos tener presente que hay que ser respetuosos, y por tanto, no debemos coger todas las espigas de cada planta, sino sólo las más largas, ya que las abejas también se aprovechan del néctar de esta planta medicinal de la que liban su esencia para obtener la miel. La labor de recogida se ha de hacer hacia el mediodía, evitando la escarcha matinal, para que no se pudran las ramas.
Una vez finalizada la tarea de recolección de las espigas floridas, se procede a la limpieza de los tallos, quitando las hojas y las flores laterales intermedias de cada una de ellas. La limpieza se realiza desde la flor hacia el corte, deslizando los dedos pulgar e índice por el tallo, eliminando las flores laterales secundarias y las hojas.
Una a una, se van amontonando, de forma que queden todas las puntas floridas juntas, bien diferenciadas de los tallos alargados. Una vez que tenemos todas las espigas limpias, se hace un atillo con el cordel entre las flores y los tallos. Dejaremos cuerda suficiente de sobra, como si fuera un tallo más. El grosor debe ser aproximadamente de unos dos centímetros de diámetro, pero es variable, dado que con cuantos más tallos se disponga, más tupido será el enrejado, pero al mismo tiempo, más abundancia de flores tendremos que prensar y camuflar...
La cantidad de espigas varía según se trate de lavanda o de espliego. Hay que tener en cuenta que el tallo de la lavanda es más grueso, pero es más abundante en flor... A continuación, se coge el atillo por las flores, y se van doblando los tallos por donde se hizo el atado con la cuerda, quedando como resultado una especie de paraguas. Uno a uno, se van colocando los tallos sobre las flores, haciéndolo de manera tal que todo el conjunto del enrejado quede uniforme, esto es, que no se salgan las flores por entre las rejillas que forman los tallos.
Quizá ésta sea la labor más delicada, pero poco a poco se van apretando las flores, y al mismo tiempo se van acomodando los tallos.
Con una mano se van acomodando los tallos haciendo el enrejado, y con la otra se sujeta el conjunto desde abajo, para que no se deshaga la labor. Hay que presionar un poco las flores para que se acomoden a su nuevo espacio, para que la mazorca sea más consistente.
Una vez que todo el conjunto es uniforme, se vuelve a hacer un atado fuerte en el punto donde terminan las flores de entre las ramitas, con la cuerda que habíamos dejado sobrante y preparada para ello. De nuevo se vuelven a atar las dos tiras de cuerda, de manera que sirva de lazo para poder colgarlo en las perchas. Y dejando unos tres o cuatro centímetros a partir del atado, se cortan los tallos sobrantes.
Pero aquí no termina la labor. Dado que la Sierra del Camero Viejo siempre se ha caracterizado por su austeridad, hay que procurar no desperdiciar nada. Así, para terminar, las florecillas que se quitaron en la limpieza de las espigas, junto con las que se han desprendido durante la elaboración de la mazorca, se meten en el retal de tela, con el que se hace un saquito, muy útil para meterlo en los cajones del armario ropero y hacer que cumpla con las mismas funciones que la mazorca.
Tenemos que tener en cuenta que salir al campo a recoger espliego es, por el mero hecho de salir al campo, una actividad muy reconfortante. Pero, debemos tener presente que hay que ser respetuosos, y por tanto, no debemos coger todas las espigas de cada planta, sino sólo las más largas, ya que las abejas también se aprovechan del néctar de esta planta medicinal de la que liban su esencia para obtener la miel. La labor de recogida se ha de hacer hacia el mediodía, evitando la escarcha matinal, para que no se pudran las ramas.
Una vez finalizada la tarea de recolección de las espigas floridas, se procede a la limpieza de los tallos, quitando las hojas y las flores laterales intermedias de cada una de ellas. La limpieza se realiza desde la flor hacia el corte, deslizando los dedos pulgar e índice por el tallo, eliminando las flores laterales secundarias y las hojas.
Una a una, se van amontonando, de forma que queden todas las puntas floridas juntas, bien diferenciadas de los tallos alargados. Una vez que tenemos todas las espigas limpias, se hace un atillo con el cordel entre las flores y los tallos. Dejaremos cuerda suficiente de sobra, como si fuera un tallo más. El grosor debe ser aproximadamente de unos dos centímetros de diámetro, pero es variable, dado que con cuantos más tallos se disponga, más tupido será el enrejado, pero al mismo tiempo, más abundancia de flores tendremos que prensar y camuflar...
La cantidad de espigas varía según se trate de lavanda o de espliego. Hay que tener en cuenta que el tallo de la lavanda es más grueso, pero es más abundante en flor... A continuación, se coge el atillo por las flores, y se van doblando los tallos por donde se hizo el atado con la cuerda, quedando como resultado una especie de paraguas. Uno a uno, se van colocando los tallos sobre las flores, haciéndolo de manera tal que todo el conjunto del enrejado quede uniforme, esto es, que no se salgan las flores por entre las rejillas que forman los tallos.
Quizá ésta sea la labor más delicada, pero poco a poco se van apretando las flores, y al mismo tiempo se van acomodando los tallos.
Con una mano se van acomodando los tallos haciendo el enrejado, y con la otra se sujeta el conjunto desde abajo, para que no se deshaga la labor. Hay que presionar un poco las flores para que se acomoden a su nuevo espacio, para que la mazorca sea más consistente.
Una vez que todo el conjunto es uniforme, se vuelve a hacer un atado fuerte en el punto donde terminan las flores de entre las ramitas, con la cuerda que habíamos dejado sobrante y preparada para ello. De nuevo se vuelven a atar las dos tiras de cuerda, de manera que sirva de lazo para poder colgarlo en las perchas. Y dejando unos tres o cuatro centímetros a partir del atado, se cortan los tallos sobrantes.
Pero aquí no termina la labor. Dado que la Sierra del Camero Viejo siempre se ha caracterizado por su austeridad, hay que procurar no desperdiciar nada. Así, para terminar, las florecillas que se quitaron en la limpieza de las espigas, junto con las que se han desprendido durante la elaboración de la mazorca, se meten en el retal de tela, con el que se hace un saquito, muy útil para meterlo en los cajones del armario ropero y hacer que cumpla con las mismas funciones que la mazorca.
- Post Scriptum:
Debemos diferenciar entre Lavanda y Espliego, (así como también con el Cantueso) ya que, aunque ambas son de la misma familia de plantas aromáticas labiadas, Lavanda, tienen ciertas cualidades y características muy diferentes:
- La Lavanda (Lavandula Officinalis) es la planta típica de uso ornamental, clásica en jardinería, más grande en el porte, con las espigas más largas y gruesas. Sin embargo, sus cualidades y potencialidades tanto medicinales como esenciales son menores, de esta manera, con su gran aporte de producción, contraresta sus carencias.
- El Espliego (Lavandula Spica) es la planta de origen campestre, más achaparrada, menos frondosa y con espigas menos abundantes, más finas y cortas. Sin embargo, posee un poder de capacidad esencial y medicinal más fuerte y apreciado, tanto en cosmética y perfumería como en farmacia.
- Notas:
Mis agradecimientos al documentalista Julio Reinares Cillero por sus aportaciones documentales al confirmarme que, efectivamente, "en el Ayuntamiento de San Román de Cameros hay contratos para el aprovechamiento del espliego con Destilerías Mauricio Carbonel, S.A., de los años 1955-1958. Signatura: SROM/016/12 (caja 16, carpeta 12)".
- Artículo publicado en el "Boletín Informativo" de la "Asociación de Amigos de San Román de Cameros", Nº 93, Agosto 2015, pp. 44-47.
Francisco Javier García Pérez