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1 nov 2016

A LA MEMORIA DE LUIS GARCÍA DOMÍNGUEZ

HASTA SIEMPRE A UNA PERSONA DE CORAZÓN.
A LA MEMORIA DE LUIS GARCÍA DOMÍNGUEZ.
(San Román de Cameros, 14 de diciembre de 1933 
- Madrid, 26 de octubre de 2016).



Este escrito no pretende ser un obituario, sino el deseo de mantener viva la llama del recuerdo de una persona que siempre actuó con el corazón y que siempre lo dio todo de corazón, órgano, por otro lado, con el que estuvo ligado por vocación profesional. Estoy seguro que de entre los recuerdos y anécdotas vividas por todas las personas que le conocieron, que oyeron hablar de él o que pasaron por su vida por las circunstancias que fueran, se podría escribir una bonita historia que hablara de su persona.

A mi padre le encantaba el bricolaje, así que, podría afirmar que con su vida construyó un humilde taburete de tres patas, por lo que es imposible que cojee… Como asiento, sin lugar a dudas, su inquebrantable fe y amor a Dios. Se crió en el seno de una familia miembro de la cofradía del Santo Rosario. Y, cómo no, bajo el cobijo y devoción que sentía por los santos patronos de su pueblo: San Sebastián y la Virgen del Val (patrona de La Rioja y Cameros, como le gustaba apuntillar). Pero también, por la Virgen del Carmen y Santa Bárbara de Velilla; de San Cristóbal de su amado Ajamil; de Santiago y Santo Domingo de Silos de su querida Laguna; del Santo Cristo del Humilladero de Jalón; del Santo Cristo de la Villa Vieja de Yanguas y del Cristo de Medinaceli…

Y como patas de tan mullido asiento, el amor a su familia, el amor a su vocación y el amor a su tierra. Del amor a su familia, qué se puede decir, si nunca faltó de nada, y aún así, por lo que a mi respecta, no siempre fue compensado en la justa medida. Del amor a su vocación profesional, recibida de su tío Emeterio, no creo errar al afirmar que siempre fue fiel al Código Deontológico e Hipocrático de la noble profesión médica, en su sentido literal, ya que se podría decir que era médico desde que se levantaba hasta que se acostaba. Pudo elegir apetitosos manjares, pero prefería las mieles de la entrega… amén de los mazapanes de Soto y demás golmajos que le ofrecieran, pues siempre fue un auténtico laminero.

Y del amor a su terruño, siempre ejerció de embajador de San Román y de la Sierra del Camero Viejo a donde quiera que fuese y con quien fuera que se encontrase. De todo ese amor que él sentía, no sería erróneo pensar que le atacó el trigémino de su perplejidad y desesperación cuando observó cómo su tierra se debatía entre la vida y la muerte, entre dos territorios que no querían que les tocara en suertes en el mapa autonómico que se gestaba y por los que tanto había hecho a lo largo de la Historia… Y de ahí surgió la idea de impulsar y cofundar la Asociación de Amigos de San Román, decana de La Rioja, como medio para que se volviera a oír hablar de Cameros, costase lo que costase. Y aunque a algunos les pudiera parecer cansina su insistencia, ejerciendo como buen camerano, no le importaba, pues él sabía que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.

Por todo ello y parafraseando al poeta, en esta nueva senda su persona se mantendrá viva en nuestros recuerdos, en las vivencias compartidas y en sus acciones. 


Francisco Javier García Pérez